lunes, 25 de agosto de 2014

'CRIMEN PERFECTO' UN CLÁSICO PERFECTO




‘Dial M for ‘Murder’ 1954
Director: Alfred Hitchcock
Reparto: Ray Milland, Grace Kelly, Robert Cummings, John Williams, Anthony Dawson…

Ufff llevo una larga temporada desconectada del blog, muy mal por mi parte y pido disculpas a los lectores habituales. No puedo prometer escribir más a menudo, pero lo intentaré.
Como llevo tiempo sin escribir, siempre que paso una larga temporada sin hacerlo me gusta volver con un clásico de esos que hay que ver, sí o sí. Y hoy he elegido una de las mejores películas del maestro del suspense, Alfred Hitchcock, ‘Crimen Perfecto’. No se le puede discutir la maestría, ya que nadie como él supo mantener en vilo al espectador con sus producciones. 

Como si de una obra de teatro se tratase (básicamente ese parece el objetivo) la película se desarrolla en un único escenario, ya me diréis si no es de autentico maestro mantenerte durante hora y media atento a la pantalla y prácticamente sin salir de la misma escena. Y lo mejor es que los personajes se integran en este escenario de una manera casi perfecta, no podemos individualizarlos, son un todo, un conjunto, lo colectivo es lo que los hace magníficos, perfectos.


La historia tiene lugar en el Londres de los años 50, Tony Wendice (Ray Millland), un ex tenista profesional planea asesinar a su esposa Margot (Grace Kelly) con intención de heredar una fortuna. De manera fría y calculadora involucrará a un antiguo colega para llevar a cabo tal atrocidad con un minucioso plan para evitar que las sospechas de dicho asesinato recaigan sobre su persona.

Personalmente entiendo la ejecución dramática de esta película como perfecta, o casi, ya que dicen que la perfección no existe. Cierto que no es el film del director, y que tiene otras mucho mejores, por nombrar una ‘Con la muerte en los talones’ es excelente, pero desde luego para mí  es una de mis favoritas por la manera en que se desarrolla la trama. Primero de todo por como hace al espectador participe de la historia. El marido nos cuenta su plan desde el principio, incluso nos da pistas de cómo solucionar posibles contratiempos. Nos ofrece un plan que difícilmente parece que pueda fallar. Muy bien calculado y planteado, solución milimétrica. Pero claro está si el crimen fuera perfecto, ¿dónde estaría el suspense? Pues tranquilos porque llega y de manera sublime, el azar, el siempre terrible azar nos va a ir desmantelando tan sutil y perfecto plan.
No penséis que os desvelo nada, os aseguro que si no la habéis visto os atrapará tanto como me atrapa a mi cada vez que veo la película –y eso que ya casi me sé hasta los diálogos- No os desvelo nada porque los giros narrativos son constantes, el guión es una autentica maravilla, y la puesta en escena en sí superior, porque parece increíble que una película que se desarrolla prácticamente dentro de una minúscula habitación pueda resultar tan dinámica como esta. 

Técnicamente hay que reconocerle muchos puntos, la trama se desarrolla a través de pequeños elementos que prácticamente pasan desapercibidos pero que son piezas importantes en su desarrollo, la colocación y situación de los objetos y los personajes en la escena está perfectamente planificada. Por absurdo que pueda parecer lo que nos ofrece, logra que el espectador se involucre con la historia dándole verosimilitud a algo que resulta tan improbable.

Una fotografía cuidada, luminosa y technicolor, que hace brillar esta oscura historia. Ni que decir tiene que si cuidada es la fotografía, más aún la iluminación, que a su vez también juega un papel importante, convirtiéndose de algún modo en un personaje mudo que completa una escena complicada.
El conjunto actoral por supuesto muy bueno, quizá hoy día resulte algo flojillo, pero no se puede desmerecer el trabajo, muy especialmente de Ray Milland o el de John Williams en el papel del perspicaz detective, sublime.
En conclusión, una de esas películas que me encanta recomendar cuando alguien me pregunta sobre algún clásico. Una película que entretiene, sorprende, te atrapa y con la que siempre terminas de con la satisfacción de haber visto una de las mejores películas de la historia del cine, aunque –al menos a mi me pasa- te da pena que nunca más la podrás ver por primera vez. Supongo que a eso se le puede llamar ‘un clásico perfecto’.